El día de ayer, una persona me visitó
con un caso extremo: durante un viaje, se enamoró de otra persona, de un país
conservador, de otra religión, y ya llevan un año intercambiando mensajes... La
plática fue larga donde describió las circunstancias del encuentro... un
encuentro platónico que revigoró mi creencia en el amor inocente!
Posterior a este encuentro, hubo un envío internacional
de regalos sencillos, muy significativos. El intercambio de mensajes sigue
siendo cortés con alusiones imperceptibles a los sentimientos evitando
cualquier aclaración tangible. Se puede inferir que la situación parece irreal
y desesperada, pero las emociones y las lágrimas la hacían real, y la intuición
reflejaba una mutualidad: se notaba que eran sentimientos recíprocos amenazados
por el realismo. Cada uno tiene su vida hecha en lugares opuestos del globo terráqueo,
hablando con un idioma no nativo para entenderse. Sin embargo, el amor no
conoce geografía, ni culturas, ni limitaciones, ni religiones, ni condiciones,
ni costumbres, ni imposibles.
Después de acabar la botella de whisky,
de llorar varias veces, había que aterrizar algo palpable, un plan de
conquista, un camino de encuentro para darle chance a estos sentimientos de
crecer.
Por experiencia en las relaciones a
distancia, sé que, para florecer, uno de los dos tiene que emprender un gran
sacrificio: mudarse al lugar del otro, aprender el idioma, acomodarse y crearse
una nueva vida. Mi amistad estaba dispuesta a dejar todo, echar todo por la
borda por un capricho ya que no había ninguna promesa todavía. Se le notaba un
entusiasmo delirante por hacerle caso a su corazón. Mientras esto se considere
un apogeo sublime y noble en el mundo del amor, no existe una garantía, ni una
red de seguridad, ni un camino claro. Le expliqué que no era sano llegar para
ser una carga para la otra persona, una responsabilidad, una preocupación.
Existe una posibilidad remota de encontrar un traslado por motivo laboral ya
que este encuentro fue por causa de un viaje de trabajo, y esto sería lo más
práctico. La otra eventualidad menos dramática es todavía más sencilla: buscar
un espacio vacacional de la otra persona para invitarla a conocer este rincón.
La reacción fue una exaltación pese a
ser de lo más obvio. Hay que entender que el enamorado de repente se vuelve
ciego y deja de ver las cosas con claridad. Entre disfrutar la sensación de las
mariposas de fuego en el pecho y el vientre, y llorar por el sufrimiento de lo
inalcanzable (un poco de masoquismo?) se pierde de vista la búsqueda de
soluciones.
El amor no es solamente una sensación o
un sentimiento, es una decisión, un deseo de compartir a largo plazo, de
comulgar con la otra persona en un mundo real. Yo no sé cuánto duraría esta sensación o este
deseo ardiente. Quizás sea solamente ganas de tener algo por imposible o
difícil y una vez lográndolo, aburrirse y dejarlo ir. Los valores del amor en
nuestros tiempos han cambiado, y muchos ya no creen en el vivieron felices para
siempre. Soy un ávido devoto de las relaciones a plazo indeterminado. Si los
dos se aman con respeto y voluntad de querer estar juntos, todos los obstáculos
se pueden superar, todos los argumentos se pueden debatir, todas las
justificaciones se pueden disuadir. La relación es siempre de dos, si uno
pierde la fe y decide ya no querer, no se puede enmendar. No existe la relación
perfecta, no existe el novio o la novia que caiga como pieza de rompecabezas en
nuestra complejidad. Todas las relaciones necesitan trabajo, entendimiento,
comunicación, sacrificio, consenso, respeto de la individualidad del otro, costumbre
a los hábitos del otro, aguantar lo que para nosotros son defectos del otro, y un ejercicio diario en hacer al otro feliz - en dar, en amar. Muchos confunden la chispa de pasión fugaz con el amor. Mientras sea un componente inalienable
de una relación seria, es importante saber que tarde o temprano se va a consumir y lo
que queda, es la decisión y el intento de hacer lo mejor posible para seguir creciendo. La alternativa es empezar todo de nuevo con alguien nuevo, con defectos nuevos, costumbres nuevas... Ya les contaré en
una próxima publicación una historia personal de una adicción a las chispas.
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