Empezaré esta entrada
por una aseveración radical: no existe una limitación en medios de encuentro.
Todo medio de comunicación es válido, todo sentimiento desarrollado a través de
ello es real para quién lo siente. La historia de hoy no es una historia de
chat de internet que perdió legitimidad en cuanto a innovación. Una amiga me
buscó para apoyarla en su nueva relación que conoció por medio de una consola
de juegos.
El mundo gamer nos da
la impresión errónea que es estrictamente un mundo masculino. Temo que no es el
caso y cada día hay más jugadoras que se unen y demuestran una capacidad que
trasciende la diferencia de género. Aclaremos que el mundo de los juegos ha
evolucionado igual que todas las demás tecnologías. Cabe destacar que la
imagen que tenemos del juego de una persona frente a su televisor ha cambiado a
una actividad dinámica que incluye varias personas en comunicación directa para
llevar a cabo tareas lúdicas que incluyen mucha coordinación y habilidad. Este
nuevo paradigma nos ofrece un nuevo espacio de intercambio entre personas que
disfrutan una pasión común donde pueden brotar relaciones de amistad... y a veces, algo
más.
Algunos nuevos juegos tienden a alargarse en un esquema de mercadotecnia y nos impulsan a crear redes de amigos para seguir disfrutando, y los encuentros
en línea se vuelven frecuentes y cotidianos. Las pláticas por lo general empiezan por ser
limitadas al juego mismo y siempre evolucionan a charlas personales reales donde se comparten detalles de la vida diaria. Personalmente tengo varios amigos que conocí por un
juego y terminé por echarme una cerveza con ellos. El caso amoroso del cual
trata esta entrada implica a una jugadora que después de meses de jugar con el
mismo grupo terminó desarrollando sentimientos recíprocos con otro jugador. La
única desventaja es que viven en partes un poco lejanas. Independientemente de
la manera en la cual se conocieron, no cabe duda que es otro caso común de amor
a distancia.
La comunicación por medio de la consola de
juegos evolucionó a otros canales, whatsapp y teléfono. Los sentimientos
florecieron y dieron lugar a una pasión y muchas ganas de conocerse en persona.
El problema que surgió está relacionado directamente a la interpretación de
señales. El chat de whatsapp nos facilita la vida, pero también la complica y
puede llegar a provocar pleitos serios por mala deducción del mensaje escrito.
Este
método de comunicación instantánea por medio de un aparato portátil ignora indudablemente la
situación de la persona que escribe. Nunca sabemos que hace la otra
persona en el momento de escribir. Si está ocupada y no contesta, podemos saltar a teorizar que no le
importamos. Si escribe algo que no nos satisface pese a la emergencia entre las
manos, podemos caer en interpretaciones que van desde la sencillez que está fría
hasta la complejidad que tiene alguien más. Si contesta con un cuadro
humorístico poco tradicional con intento de sarcasmo o ironía (donde las caras
emoticónicas no corresponden o simplemente por poner la cara equivocada),
podemos llegar a enojarnos y el humor se vuelve enfado, y la situación llega fácilmente
a transformarse en un estallido de emociones terminando por decir cosas de las
cuales casi siempre nos arrepentimos.
De igual forma, la llamada telefónica
ayuda mucho a revelar el tono de voz donde muchos aspectos de la conversación
se aclaran. Sin embargo, queda corta frente a una comunicación presencial donde
la gesticulación y las expresiones faciales confieren más certidumbre al diálogo.
No se trata de una disertación semiológica
ni psicológica (no es la tribuna adecuada), sino una constatación basada en
experiencia personal donde más de una vez tuve que explicar porque escribí algo
en la mensajería instantánea y que quise decir. En este caso, sucedió lo mismo.
La persona fue seca en sus respuestas porque sufrió un accidente de trabajo, se
lesionó la espalda, y al mismo tiempo tenía una bronca laboral que resolver, y para
colmo, una situación de carencia económica para solucionar las dos cosas al
mismo tiempo. Hasta que no se aclararon las cosas en la noche del mismo día de nuestra conversación, mi
amiga tuvo un cuadro asmático agudo por haber dudado de su relación y pensado
que ya no le importaba. Este salto a una conclusión engañosa pudo haber llevado
a un rompimiento (sin mencionar el cuadro de deterioro de salud) por no dar el
beneficio de la duda.
La comunicación no solamente es importante para una
pareja, sino imprescindible. Es vital entender que pueden surgir situaciones
donde no se puede tener toda la información, donde una persona no está en
posibilidad inmediata de comunicar todos los detalles, donde existen ciertas
prioridades momentáneas que remediar y se hace un juicio precipitado, unas
decisiones perentorias donde la explicación a la pareja puede esperar. En una
relación saludable, esto es simplemente parte de la confianza. Una pasión a
distancia que no ha crecido a un contacto personal sano no posee esta ventaja
todavía. No obstante, hay que cuidar estos saltos a conclusiones, armarse de
paciencia y luchar contra nuestra mente que nos juega malas bromas, y estos juegos
(a menos de confiarse a un amigo o una amiga) son muy solitarios y
destructivos.
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